Comienza la restauración del retablo pétreo de la fachada principal del Convento de las Madres Mercedarias

Comienza la restauración del retablo pétreo de la fachada principal del Convento de las Madres Mercedarias
Martes, 12 Noviembre, 2013

El Consorcio de Santiago está iniciando los trabajos de restauración del retablo pétreo de la fachada principal del Convento de las Madres Mercedarias. Las obras se adjudicaron a la empresa Tomos y el equipo técnico está integrado por tres restauradores, que contarán con la colaboración puntual de algún cantero. Está previsto que los trabajos, que disponen de un presupuesto de 19.904,50 euros, se finalicen en tres meses.

 

En la fachada longitudinal del Convento de las Madres Mercedarias, también conocido como Convento da Encarnación, destaca la portada, profusamente decorada y cuya traza se debe a Diego de Romay. El cuerpo central es espléndido; a ambos lados se sitúan escudos eclesiásticos gemelos del arzobispo fundador Andrés Girón, quien encargó la obra en 1674, y en el centro, enmarcada por pilastras y cornisa, está esculpida una escena de la Anunciación, obra de Mateo de Prado. La fachada está íntegramente construida con sillería de granito. En las carpinterías se utiliza el hierro y la madera y la cubierta es de teja árabe.

 

Rosa Benavides es la restauradora encargada de este proyecto. Indica que los problemas de conservación que presenta esta fachada están relacionados con la retención de humedades y se deben al mal estado de las cornisas y, probablemente, al deficiente funcionamiento de las gárgolas por falta de mantenimiento.

 

Las figuras del relieve de la Anunciación perdieron partes de su cuerpo

 

Por otro lado, el más destacable en el relievo de la Anunciación es la pérdida de elementos escultóricos: mano derecha de la Virgen, mano derecha y brazo izquierdo del arcángel y cabeza del Espíritu Santo. En el caso de las manos parece que se trataban de piezas independientes. La restauradora afirma que intentarán recuperar las piezas originales para poder reponerlas, en el caso de que las religiosas del convento las conserven. También se observa algún perpiaño con erosión más acusada.