La Oficina Técnica del Consorcio de Santiago está promoviendo la restauración y conservación de las pinturas murales que han salido a la luz en la iglesia de Santa María de Figueiras. Su estado era muy malo por la acción de la humedad y, sobre todo, por la repercusión de obras anteriores en los muros del edificio y la aplicación de encalados y cemento sobre la superficie pictórica. Los trabajos de restauración, adjudicados a la empresa Alfa, tienen un presupuesto de 16.651,90 euros. Comenzaron en septiembre y ya están a punto de terminar.
Los expertos aseguran que la iglesia estuvo cubierta de frescos pero en los años 70 se hundió el muro sur, lo que obligó a una intervención en profundidad sobre el templo. Entonces parecía que ya no había pinturas y finalmente las paredes quedaron cubiertas por una gruesa capa de recebo de cemento. Las que se conservan, aunque que estaban muy deterioradas, aparecieron detrás de unos retablos, de ahí que no sufriesen las consecuencias de las diferentes obras que se realizaron en el edificio.
Se trata de pinturas al fresco, de estilo renacentista, que podrían fechar del siglo XVI. Aparecieron en dos rectángulos verticales localizados a ambos lados de la nave, próximas al presbiterio, y en varios fragmentos de las paredes del mismo.
Las pinturas de la nave
En cuanto a la nave, en la pared del lado de la epístola se conserva una superficie rectangular de desarrollo vertical en la que parece apreciarse la silueta y algunos elementos, en particular una espada, de un personaje. Se ven con claridad las piernas, los pies y la cabeza y, más difuminado, el tronco y un objeto sobre el dorso izquierdo del personaje. En principio, las dimensiones y la postura hacen pensar que puede tratarse de San Cristóbal.
En la pared del Evangelio se observa una superficie similar en la que también se intuye la silueta de un personaje. En este caso se podría tratar de un “Ecce Homo”, pues la figura lleva corona de espinas y unas cañas entre las manos. En esta escena resulta compleja una lectura correcta de la misma debido a que se mezclan dos imágenes superpuestas, pertenecientes a dos momentos pictóricos diferentes.
Las pinturas del presbiterio
En el presbiterio se conservan tres fragmentos, dos de ellos en la pared del Evangelio. Uno, de pequeñas dimensiones, situado hacia la mitad de la pared, en el que se ven restos de una corona. Y otro, más grande, próximo al retablo. En este último resulta imposible leer la imagen pero podría tratarse de algún motivo decorativo. En la pared de la epístola se conservan restos de pintura completamente cubiertos por una ligera capa de cemento, cerca del retablo mayor.